“El austriaco Ludwig Wittgenstein decía: «los límites de mi lenguaje implican los límites de mi mundo». El entorno lo percibimos, asimilamos y revertimos a través de nuestras palabras, en cálida proporción. En el cuento paradójicamente, la brevedad, la tendencia hacia lo mínimo expresable por nuestro lenguaje, el ilusorio silencio, dilata y supera al propio mundo” (p. 11).
Y no le falta razón. El cuento se sirve de los pequeños retazos de nuestra propia existencia: coge un poco de aquí y otro poco de allá, expectora lo que no sirve a sus propósitos, modela mediante el filudo cincel de la palabra, y, solo al final –si es que la paciencia puede más y no nos abandona arteramente– ofrece una historia, eso sí, caracterizada por su laconismo puro.
Habitaciones, opera prima de Ricardo Sumalavia (1968-…) escrita cuando contaba con apenas 24 años, es un conjunto de cortísimos cuentos, otros no tanto; todos ellos poseedores de un ritmo propio, desenfadado, en ocasiones extraño, habientes de una personalidad y vitalidad únicas, que desde ya permite apreciar su inclinación por la microficción.

Destacan Todos allá, en la plaza, en el que una masa humana deseosa de hacer justicia por propia mano ante la muerte de Ramiro, no entiende razones y avanza enceguecida a cumplir su misión, la más peligrosa de las conductas gregarias: matar; también Porque el mar está al otro lado, donde un joven se contenta con mirar de lejos a una chica de instituto, sin acercársele, manteniendo una impenetrable distancia, que pareciera evocar al escritor Aschenbach cuando observa al jovenzuelo Tadzio en La muerte en Venecia; y Lo más cercano a la noche, de un trama algo dispersa pero donde es posible pensar los pensamientos del autor en agradable cercanía.
Pensar sus pensamientos. Qué difícil es transportar vivencias ajenas a un imaginario también ajeno. Y aún más significativo es el goce de las primeras lecturas, donde el lector se encuentra totalmente desprejuiciado y no sabe qué esperar o a qué atenerse. Un primer contacto con un autor que entiende muy bien su oficio de escribir.
Acompaña a la portada del libro la hermosa pintura surrealista “Armonía” de Remedios Varo. En la imagen se aprecia a una persona en el medio de una habitación sosteniendo la línea de un pentagrama, en estado de sosiego y control absoluto. Y así como la pintura es un viaje a la imaginación (sobre todo en el cubismo y el surrealismo) Habitaciones es un convite para viajar a los distintos espacios que ocupan una morada, respuestas diversas y heterogéneas de aquello que denominamos vida.
SUMALAVIA, Ricardo, 2005: Habitaciones. 3ª ed. Lima: Estruendomudo.