Ese señor llamado Truman Capote…

Acabo de enterarme que falleció mi profesora Violeta, quien me dio a conocer por primera vez a ese señor llamado Truman Capote, cuando yo tenía 18 años. Y aunque no terminé de leer A sangre fría en su momento, tenerlo conmigo hizo que lo acabara al poco tiempo (lo compré la primera vez que fui a Amazonas, junto con mi papá), en aquellos días en que consideraba a la literatura como una actividad de tercer orden.

Este es el libro que conservo con mucho cariño. El recuerdo de ambos (el de la profesora y mi papá) está impregnado en sus páginas.

[Diario] La serenidad de Kafka

Fuente: telam.com.ar

El 23 de febrero de 2022, Rusia le declaró la guerra a Ucrania empleando para ello un eufemismo, la de una «operación militar especial». En las horas que siguieron me mantuve al tanto de las noticias y del Twitter, sin interrupción, bastante nervioso y desconsolado.

En una entrada del diario de Franz Kafka, correspondiente al día 2 de agosto de 1914, este escribió: «Alemania declaró la guerra a Rusia. Por la tarde, natación».

Ya quisiera tener un poco de la serenidad de Kafka.

«No soy una muchacha que no sabe pelar habas»

Por David Ibarra

La mamita pela las habas mientras me conversa. No lo hace ni lento ni rápido. Compruebo que su memoria procedimental sigue intacta, a pesar del Alzhéimer. Alterno entre escucharla y hojear un libro, aunque no logro concentrarme en este último. Algunos minutos después me avisa que terminó. Mi desconfianza me gana. Quiero comprobar que todas las habas han sido peladas. Receloso, presiono las cáscaras con mis dedos. Trato de abarcar toda el área de cáscaras. Con disimulo. De pronto, la noto disgustada. Siente que he atacado su dignidad. «No soy una muchacha que no sabe pelar habas», me dice. Me rio, avergonzado. Así descubro que también conserva su severidad de antaño.

Q.E.P.D. Michele Taruffo

Justo ayer, muy de madrugada, leía con atención un ensayo que aparece en Páginas sobre justicia civil, ignorando por completo que su autor, quien dedicara gran parte de su lucidez al estudio de la ciencia procesal, partiría de este plano común pocas horas después. No pude evitar derramar algunas lágrimas.

Constantino Carvallo, en una entrada de su libro Diario educar, refleja con fidelidad la actitud que tienen los maestros hacia sus discentes: «No podemos educar sin tener fe en el futuro, sin creer que ese niño [y por extensión, el hombre] puede ser mejor. La apertura a la esperanza, es según un pensador “la enfermedad orgánica del profesor”»[1]. Ese es el derrotero que asume quien adopta la enseñanza como forma de vida.

En lo sucesivo, seguiremos leyéndolo y disfrutando de su agudeza e ingenio, profesor Michele Taruffo. Deja un inestimable legado.

Descanse en paz.

Sin duda, peor año que este no habrá en mucho tiempo.


[1] Carvallo, 2018, p. 35.

Referencias bibliográficas:

Carvallo, C. (2018). Diario educar. Lima: Debolsillo.

Hagámonos cargo…

Fuente: Wikipedia.org

Hagámonos cargo de nuestros votos. No nos quejemos. Nosotros los elegimos, y los pusimos en el poder. Elegimos a este congreso que ha estado aprobando leyes, declaradas después inconstitucionales por el Tribunal Constitucional. Este congreso (populista) que ha estado legislando en función de futuros votos. Hagámonos cargo. No nos quejemos. Somos responsables también.

La muerte térmica

Acabo de ver un video acerca de lo que sería el fin del universo, la muerte térmica, agujeros negros por doquier, el día en que se agoten todas las fuentes de energía. Y yo, hace unos minutos, leía sobre la importancia de la eliminación del doble grado de jurisdicción. Se me quitaron las ganas en un tris. ¡Qué irrelevante que es la vida!

Bendición misteriosa

Un señor de aspecto muy humilde y con unos cincuenta años a cuestas, viene dos veces por semana a la tienda para imprimir las tareas y lecciones que los profesores le dejan, supongo, a su hijo o hija, que pertenece al cuarto grado de primaria, sección B, de un colegio cuyo nombre desconozco. Él me reenvía por guasap los textos e imágenes que, previamente, le han remitido los docentes. Luego pasa a recoger las impresiones, ataviado con mascarilla y protector facial.

En los textos siempre hay mensajes religiosos, de aliento ante la adversidad y un recordatorio de la importancia de mantener la distancia social. Y concluyen, invariablemente, con una bendición para la familia.

Pero esos mismos textos contienen, sin excepción, sendos errores ortográficos. Así que mi modesta contribución para ese alguien que no conozco y que está en proceso de aprendizaje, es leerlos y editarlos. Aunque no haya un pago adicional. Porque en su lugar me habría gustado que alguien hiciera eso por mí. Y sobre todo porque guardo una silenciosa admiración por ese papá que dentro de sus evidentes limitaciones elige educar a su hijo.

«Los hijos son una bendición misteriosa. Te inyectan vida, te usurpan vida»[1], dice Renato Cisneros. ¡Cuánta verdad hay en ambas frases!

Referencias bibliográficas:

CISNEROS, Renato, 2019: Algún día te mostraré el desierto. Lima: Alfaguara.


[1] (Cisneros, 2019, p. 63).

[Relato] Avó

Por David Ibarra

Maria acorda. Ela se levanta com dificuldade e põe os chinelos. Caminha devagar.  Curvada. Enxergando o chão. Quando era moça, ela era forte como um touro e gata. Ainda mantém a severidade no seu rosto. Chega até o sofá e se senta. Seu filho saiu de casa faz uma hora para o trabalho. Tomou café da manhã com ela. Agora ela não tem com quem falar. Mais, não importa. Aprendeu a falar com a televisão.

No primeiro andar, acima, seu neto briga com seus filhos pequenos. Quando escuta os gritos, ela se sente contente. Imagina-se acompanhada mesmo que não seja assim. Ela não pode ter boca de siri, mesmo se quiser. Esquece tudo o que acontece. E repete tudo, todos os dias, dezessete ou vinte vezes, como uma máquina. Recebe uma chamada telefônica para lembrá-la de tomar os medicamentos, com o almoço, tentando deter o esquecimento. Para evitar uma intoxicação, lhe deixam uma só pastilha.

Sua filha Beatriz é a ovelha negra da família. Não a visita. A outra filha fez questão dela não sair de casa. O toque de recolher a deixou isolada. O dia termina. Seu filho retorna a casa. Tudo se repete. E assim será amanhã, e depois também. Ela representa a rotina na vida.

[Relato] Recuerdos que aprietan el corazón: El Super Nintendo

Por David Ibarra

Cuando tenía entre 5 y 6 años –allá por el lejano 1995– mi papá nos regaló un Super Nintendo (SNES), un aparatito rectangular de color gris, acompañado de un único cassette: Super Mario World. Y fue suficiente. No precisamos de más títulos. Mi hermano elegía al personaje Mario, el más bajo; y yo a Luigi, el más alto (sin saber que con el tiempo nuestra estatura no se correspondería con la de los personajes).

Fuente: Starland.com

En ese tiempo teníamos un pesadísimo televisor Sony Trinitron KV-1913, de 29 pulgadas. No tenía control remoto, así que había que tener cuidado de no encenderlo con los dedos mojados. Los botones de los canales –alrededor de catorce– se ubicaban al lado derecho, en una hilera dispuesta verticalmente. Pero era un elefante blanco. Los cerros aledaños a la zona no le permitían captar una buena señal, y las antenas en forma de «orejas de conejo» no le producían una mejora sustantiva.

Sin saberlo, hicimos de médicos. Las antenas eran como un estetoscopio, y nuestro paciente, el televisor. La imagen nos devolvía con fidelidad el estado de su respiración. En última instancia, cogíamos el cable pelado de la antena y hacíamos contacto con un área de la parte trasera del televisor que mejoraba la calidad de la imagen. El procedimiento podía demorar varios minutos, lo cual ponía a prueba nuestra paciencia de niños (un movimiento en falso de tan solo un milímetro podía estropear todos los progresos conseguidos hasta el momento). Los únicos canales que con decencia captaba el armatoste eran Pantel –ahora Panamericana– y América. Y si se alineaban los astros, lo que no ocurría casi nunca, también Frecuencia Latina –ahora Latina–.

En estas sombrías circunstancias llegó la consola de Nintendo a nuestro hogar.

Continuar leyendo «[Relato] Recuerdos que aprietan el corazón: El Super Nintendo»

Nunca más pasearemos a la luz de la luna…

El Gobierno ha dispuesto mediante decreto supremo que, una vez terminado el aislamiento social obligatorio el 30 de junio, la restricción por las noches se mantendrá hasta el 31 de julio, desde las 22:00 hasta las 4:00 horas.

Mientras tanto, hasta entonces y quien sabe, incluso mucho después, no pasearemos más a la luz de la luna. Y amaremos un poco menos.

Así que nunca más pasearemos

tan tarde de noche

aunque el corazón siga enamorado,

y aunque siga brillando la luna.

Pues la espada gasta la vaina,

y el alma gasta el pecho,

y el corazón tiene que pararse a tomar aliento,

y el amor mismo ha de descansar.

Aunque la noche fue hecha para amar,

y el día vuelve demasiado pronto,

nunca más pasearemos

a la luz de la luna.

Lord Byron.

A %d blogueros les gusta esto: