
Y como no podía faltar, Miss Minutes también saluda al Perú por el bicentenario de su independencia. For all time, always.
Y como no podía faltar, Miss Minutes también saluda al Perú por el bicentenario de su independencia. For all time, always.
Hace poco el Congreso aprobó por insistencia el denominado «Nuevo Código Procesal Constitucional». Pero esto no es un motivo de alegría. Más allá de aspectos debatibles de su contenido (por ejemplo, el atolladero que se producirá en las Salas, debido a la interposición significativa de demandas de amparos contra resoluciones judiciales), la quinta disposición complementaria final textualmente dice: «Las reformas al Código Procesal Constitucional entran en vigor el día siguiente de su publicación en el diario oficial El Peruano».
Como se puede advertir, nuestros legisladores ni siquiera se tomarán la «delicadeza» de suspender la vigencia del código por un plazo prudencial con la finalidad de debatir y difundir su contenido en universidades y centros de enseñanza, capacitar intensamente a personal jurisdiccional del Poder Judicial y abogados, etc.; pese a que se introducen nuevos institutos y la dinámica respecto de código anterior, en buena parte, varía dramáticamente.
El abogado, como parte del género humano, tiene aversión natural a lo nuevo o desconocido. Al respecto, son conocidas las protestas de los abogados en Italia por la implantación del CPC de 1942. Pero no se trata de esto. Toda reforma exige reflexión y capacitación adecuada para que los destinatarios no sufran las consecuencias de un experimento sobre la marcha.
(Observación: El día de hoy Sagasti ha anunciado que el Ejecutivo acudirá al proceso de inconstitucionalidad, pero solo cuestionará aspectos parciales del Nuevo Código Procesal Constitucional).
Luego de más de una década, finalmente Marvel decide rendir un homenaje tardío a Natasha Romanoff, ciertamente forzado, pues ya sabemos de antemano cuál fue el desenlace de esta heroína en Avengers: End Game. La franquicia, al parecer, toma como excusa esta nueva entrega para satisfacer y cumplir con el público femenino, y ensanchar, aún más, el UCM.
Sin embargo, contra dicho pronóstico, el largometraje logra capturar la atención del espectador y brinda una despedida a la altura de la protagonista principal. Así, la fortaleza de la película reside en las intensas escenas de acción, el ritmo narrativo ágil y la tensión narrativa que se dosifica en todo momento, con acierto.
En cambio, no se puede decir lo mismo de la construcción del villano, predecible e intrascendente, que no rompe con los estereotipos del molde clásico y solo sirve como un pretexto para la elaboración de la trama.
Finalmente, la película ofrece respuestas a algunos puntos inexplorados del UCM, e introduce nuevos personajes que, seguramente, aparecerán en posteriores entregas.
Para tener una idea, Black Widow, en términos generales, está muy por encima de Iron Man 3, Thor: The Dark World y Ant Man and The Wasp (la valla no es muy alta en estas películas).
Es mejor que Hulk, Iron Man 2, Thor y Spider-man: Homecoming y Captain Marvel.
Y está apenas por encima de Ant Man y Captain America: The First Avenger.
Está al mismo nivel que Thor: Ragnarok, Doctor Strange y Spider-man: Far From Home.
Está por debajo de Iron Man 1, Avengers: Age of Ultron y Black Panther.
Está muy por debajo de Captain America: The Winter Soldier, Guardians of the Galaxy, Guardians of the Galaxy vol. 2, Captain America: Civil War, Avengers: Infinity War y Avengers: End Game.
De la estupidez a la locura. Crónicas para el futuro que nos espera (2016), originalmente publicada como Pape Satàn Aleppe. Cronache di una società liquida, es un libro que, afortunadamente, Umberto Eco llegó a entregar a la editorial La nave di Teseo días antes de su muerte (ocurrida el 19 de febrero de 2016). Este libro póstumo reúne una selección de sus artículos –escogidos por el mismo Eco– aparecidos en la sección La bustina di Minerva en L’espresso, dentro del período comprendido entre 2000 y 2016; que se suma a otros libros que recopilan artículos suyos como Sette anni di desiderio (1983), Il secondo diario minimo (1992) y A passo di gambero[1] (2006).
El hilo conductor que permea estos artículos es la «crisis del concepto de comunidad[2]», que se asienta en la tesis de la sociedad líquida del polaco Zygmunt Bauman. Recuérdese que en esta sociedad de la modernidad «líquida» (cuyo atributo es la «fluidez»), lo efímero, lo instantáneo, lo transitorio, la ausencia de «grupos de referencia», el derrumbe de las certezas y pautas de comportamiento, conducen a la precariedad de las relaciones humanas y a la construcción de pautas propias en el individuo[3].
Como todo buen humanista, los intereses del autor de El nombre de la rosa son diversos y plurales. En ese sentido, esta recopilación abarca reflexiones sobre temas como la tecnología y su impacto en las relaciones sociales, la sustitución del concepto de reputación por el de notoriedad, la pérdida de distinción entre lo bello y lo feo, la omnipresencia del ahora (quedando en un segundo plano las lecciones de la historia), la arrolladora cantidad de información disponible en internet y el problema de su filtro, la constante caducidad de los soportes, la autoedición, la pérdida de la soledad y reflexión a la que nos somete el celular, etc. Esta es una pequeña muestra de la estrecha conexión entre Eco y el pensamiento baumaniano.
Aunque también es una ocasión para conocer a un Eco más íntimo que comparte con sus lectores aspectos personales de su vida. De este modo, desfilan algunos recuerdos suyos de la segunda guerra mundial, su parquedad a brindar felicitaciones, la costumbre de mantener el celular apagado o de no tomar fotos cuando se encuentra de viaje, la negativa constante a elaborar prefacios (para no perjudicar al prologado), su conocida fascinación por los incunables, etc. Sobre una de las valiosas enseñanzas que le cambió la vida menciona la siguiente:
«El 5 de enero de 1945 fui a verlo y le dije tan campante: «Padre Celi, hoy cumplo trece años». «Pues muy mal empleados», me contestó él con tono arisco. ¿Qué quería decir con eso?, ¿que al llegar a esa venerable edad debía iniciar un severo examen de conciencia?, ¿que no debía esperar alabanzas por haber cumplido sencillamente con mi deber biológico? Quizá fuera una simple manifestación del sentido piamontés de la mesura, un rechazo de la retórica, quizá se trataba incluso de una afectuosa felicitación. Ahora bien, lo que yo creo es que el padre Celi sabía, y me enseñaba, que un maestro debe poner en aprietos a sus discípulos en todo momento, y no excitarlos más de lo debido.
[…]
Ahora bien, la respuesta del padre Celi también me ha enseñado a no enorgullecerme demasiado haga lo que haga, aunque considere que es lo justo, y sobre todo a no ir por el mundo presumiendo. ¿Significa esto que no hay que tender hacia lo mejor? Desde luego que no; pero de alguna forma, la extraña respuesta del padre Celi me remite a un dicho de Oliver Wendell Holmes Jr. que encontré en algún lugar: «El secreto de mi éxito es que de joven descubrí que no era Dios». Es muy importante entender que no se es Dios, dudar siempre de los propios actos, y considerar que no se han empleado bastante bien los años vividos. Es la única forma para intentar emplear mejor los que quedan»[4].
Pero Eco también aprovecha para aclarar una supuesta afirmación suya sobre la abundancia de necios en la web, la cual tuvo (y sigue teniendo) una gran repercusión en los medios de comunicación, pero que fue descontextualizada en su momento. En realidad él señaló que si se toma en cuenta la ineludible cuota de necios (que puede ser cualquier persona; profesionales o no, no importa) con relación a la población mundial, la cantidad de opiniones de estas personas que aparecen en la web tiende a ser altísima. Así pues, rigurosamente, él no se refirió a que la red estuviera llena de necios.
Continuar leyendo «[Reseña] De la estupidez a la locura. Crónicas para el futuro que nos espera, de Umberto Eco»