[Reseña] Joder para transformar, de Daniel Olivares

Cuando el –por entonces– congresista Daniel Olivares se hizo con la vocería del Partido Morado, esa fue una decisión política que en un inicio no comprendí. Había congresistas con mayor experiencia y trayectoria que bien podían hacer ese papel (por ejemplo, Gino Costa o Alberto de Belaunde) en vez de dejar ese puesto a un neófito en política. Sin embargo, con el transcurrir de los días mudé de opinión. Olivares era directo, conciso y, debido a su condición de publicista, sabía comunicar.

Como consecuencia de su paso por el congreso, Daniel Olivares ha escrito Joder para transformar (2021), que es una rendición de cuentas final, un testimonio ameno y honesto de un joven político que entendió que el poder que ceden los electores es sólo temporal. En este libro describe el planeamiento de su campaña para las elecciones congresales, los proyectos de ley que fueron aprobados y los que quedaron en el camino, errores cometidos, triunfos y su frustración por no lograr los consensos.

Uno de los capítulos del libro lo dedica a la visión progresista. En ella se puede apreciar la influencia que ejerce en él el libro Puntos de reflexión. Manual del progresista, de George Lakoff. A Daniel Olivares le interesa ofrecer una narrativa que se centre en la empatía, que sea atractiva para los progresistas «parciales» (progresistas en determinadas temáticas como el matrimonio igualitario, la despenalización del aborto, discriminación positiva, etc.) y sugiere no caer en la contraproducente superioridad moral con respecto a los conservadores.

Fuente: elcolador.pe

En un ambiente donde es difícil –a veces imposible– lograr consensos, el autor comparte un consejo que recibió del también congresista Alberto de Belaunde:

«Mi colega Alberto de Belaunde me había advertido de la importancia de la conversación de pasillo, de lo que podías construir en esos cinco minutos previos al inicio de una reunión de trabajo, o de esos cinco minutos posteriores. Ese tiempo donde, lejos del debate público, dialogas con tus colegas y encuentras puntos en común en temas cotidianos. Saber que ambos son del mismo equipo de fútbol, que han adoptado una mascota, el gusto por el café, etc. Esos detalles, como comprobé meses después, empezaban a generar relaciones de mayor confianza entre las partes, y con ello se elevaban las posibilidades de lograr acuerdos políticos. Parece tonto, pero no lo es. Lo mejor de la política se hace mayormente lejos de las cámaras» (Olivares, 2021, p. 40).

Este consejo es muy acertado, pues se encuentra muy conectado con la psicología conductual (particularmente, con la denominada «facilidad cognitiva»). Kahneman, Premio Nobel de Economía, señala que en «un estado de facilidad cognitiva es probable que nos encontremos de buen humor, nos guste lo que vemos, creamos lo que oímos, confiemos en nuestras intuiciones y sintamos que la situación actual es cómoda y familiar» (Kahneman, 2020, p. 85). Por esta razón, es más fácil que se alcancen acuerdos cuando la persona a la que queremos convencer advierte que tiene cosas en común con el otro, y el ambiente es uno de sosiego y distensión. «El buen humor es una señal de que las cosas van bien en general, de que el entorno es seguro, de que todo está en orden y podemos bajar la guardia» (Kahneman, 2020, p. 97).

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[Reseña] Castigar al prójimo, de Roberto Gargarella

En esta entrega la preocupación de Roberto Gargarella es la conexión entre el Derecho Penal y la democracia deliberativa y republicanismo político. A raíz de esta conexión, busca que repensemos muchos temas que se consideran asentados. Entre sus propuestas está que el Derecho Penal sea creado, interpretado y aplicado no desde una élite (que casi siempre se beneficia con estas medidas), sino a partir de una mayor participación ciudadana (para ello es vital la inclusión ciudadana y discusión o deliberación) con el fin de obtener resultados más legítimos; propone el castigo como medida de última ratio y optar por otras soluciones menos gravosas y más consensuadas, apelando a la diversidad del reproche estatal (Gargarella dirá que las prácticas del sistema penitenciario colindan con la tortura); plantea la no criminalización de la legítima protesta ciudadana; etc.

Al margen de que en lo personal no comulgue con todas sus ideas (como por ejemplo, la instauración del jurado por razones si bien no relacionadas a la democracia deliberativa, sino con el derecho probatorio), la preocupación de Gargarella es más que interesante y merece ser discutida a profundidad en la academia.

Roberto Gargarella. Fuente: derechoconstitucionaltoledo.com
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