Hace unos días, cuando tenía programado publicar un texto sobre papá, así de repente como suele suceder, mi tío H. me mandó, sin que se lo pidiese, una foto donde aparece la tía J. y mi papá, quien no debe tener más de un año de edad. Mientras se lleva algo a la boca, la tía J. le dirige una mirada atenta y protectora. Ese bebé que aún no es mi papá y es otra persona, todavía no tiene conciencia de que morirá dentro de sesenta años, lejos de Cajamarca, lejos de esa ciudad añosa, con sus tejados dispuestos para resistir la lluvia, sus pisos altos y balcones estrechos. A un extremo de la imagen, un niño estibador con carretilla en manos y distraído de sus labores, mira con curiosidad a ambos.
Así es la vida cuando comienza, siempre quiere acaparar la atención de los demás.