[Reseña] De la estupidez a la locura. Crónicas para el futuro que nos espera, de Umberto Eco

De la estupidez a la locura. Crónicas para el futuro que nos espera (2016), originalmente publicada como Pape Satàn Aleppe. Cronache di una società liquida, es un libro que, afortunadamente, Umberto Eco llegó a entregar a la editorial La nave di Teseo días antes de su muerte (ocurrida el 19 de febrero de 2016). Este libro póstumo reúne una selección de sus artículos –escogidos por el mismo Eco– aparecidos en la sección La bustina di Minerva en L’espresso, dentro del período comprendido entre 2000 y 2016; que se suma a otros libros que recopilan artículos suyos como Sette anni di desiderio (1983), Il secondo diario minimo (1992) y A passo di gambero[1] (2006).

El hilo conductor que permea estos artículos es la «crisis del concepto de comunidad[2]», que se asienta en la tesis de la sociedad líquida del polaco Zygmunt Bauman. Recuérdese que en esta sociedad de la modernidad «líquida» (cuyo atributo es la «fluidez»), lo efímero, lo instantáneo, lo transitorio, la ausencia de «grupos de referencia», el derrumbe de las certezas y pautas de comportamiento, conducen a la precariedad de las relaciones humanas y a la construcción de pautas propias en el individuo[3].

Como todo buen humanista, los intereses del autor de El nombre de la rosa son diversos y plurales. En ese sentido, esta recopilación abarca reflexiones sobre temas como la tecnología y su impacto en las relaciones sociales, la sustitución del concepto de reputación por el de notoriedad, la pérdida de distinción entre lo bello y lo feo, la omnipresencia del ahora (quedando en un segundo plano las lecciones de la historia), la arrolladora cantidad de información disponible en internet y el problema de su filtro, la constante caducidad de los soportes, la autoedición, la pérdida de la soledad y reflexión a la que nos somete el celular, etc. Esta es una pequeña muestra de la estrecha conexión entre Eco y el pensamiento baumaniano.

Umberto Eco. Fuente: narrativabreve.com

Aunque también es una ocasión para conocer a un Eco más íntimo que comparte con sus lectores aspectos personales de su vida. De este modo, desfilan algunos recuerdos suyos de la segunda guerra mundial, su parquedad a brindar felicitaciones, la costumbre de mantener el celular apagado o de no tomar fotos cuando se encuentra de viaje, la negativa constante a elaborar prefacios (para no perjudicar al prologado), su conocida fascinación por los incunables, etc. Sobre una de las valiosas enseñanzas que le cambió la vida menciona la siguiente:

«El 5 de enero de 1945 fui a verlo y le dije tan campante: «Padre Celi, hoy cumplo trece años». «Pues muy mal empleados», me contestó él con tono arisco. ¿Qué quería decir con eso?, ¿que al llegar a esa venerable edad debía iniciar un severo examen de conciencia?, ¿que no debía  esperar alabanzas por haber cumplido sencillamente con mi deber biológico? Quizá fuera una simple manifestación del sentido piamontés de la mesura, un rechazo de la retórica, quizá se trataba incluso de una afectuosa felicitación. Ahora bien, lo que yo creo es que el padre Celi sabía, y me enseñaba, que un maestro debe poner en aprietos a sus discípulos en todo momento, y no excitarlos más de lo debido.

[…]

Ahora bien, la respuesta del padre Celi también me ha enseñado a no enorgullecerme demasiado haga lo que haga, aunque considere que es lo justo, y sobre todo a no ir por el mundo presumiendo. ¿Significa esto que no hay que tender hacia lo mejor? Desde luego que no; pero de alguna forma, la extraña respuesta del padre Celi me remite a un dicho de Oliver Wendell Holmes Jr. que encontré en algún lugar: «El secreto de mi éxito es que de joven descubrí que no era Dios». Es muy importante entender que no se es Dios, dudar siempre de los propios actos, y considerar que no se han empleado bastante bien los años vividos. Es la única forma para intentar emplear mejor los que quedan»[4].

Pero Eco también aprovecha para aclarar una supuesta afirmación suya sobre la abundancia de necios en la web, la cual tuvo (y sigue teniendo) una gran repercusión en los medios de comunicación, pero que fue descontextualizada en su momento. En realidad él señaló que si se toma en cuenta la ineludible cuota de necios (que puede ser cualquier persona; profesionales o no, no importa) con relación a la población mundial, la cantidad de opiniones de estas personas que aparecen en la web tiende a ser altísima. Así pues, rigurosamente, él no se refirió a que la red estuviera llena de necios.

Otro punto importante es hallar una explicación a la elección del título original de la obra (Pape Satàn Aleppe), que, prima facie, resulta indescifrable. Para comenzar, esta proviene del primer verso del Canto VII del Infierno de La divina comedia. Dicho canto inicia con Dante y Virgilio entrando al cuarto nivel del infierno. De pronto, Pluto (una fiera en forma de lobo), al advertir la presencia de estos intrusos, lanza la siguiente exclamación: «Pape Satàn, pape Satàn aleppe!»[5].

Pluto en la interpretación de Gustavo Doré. Fuente: todocoleccion.net

En la introducción de la edición italiana del libro, Eco explicó, entre otras cosas, que el significado de esta frase, que Dante hace decir a Pluto, no tiene un sentido preciso[6], por lo que la elección de este título sirve, en buena cuenta, para capturar la esencia líquida del período que comprende la redacción de sus artículos[7]. Infelizmente, a diferencia de la edición italiana, en la edición española del libro la introducción fue suprimida sin motivo alguno (molestia que sí se tomó, por ejemplo, la traductora de la edición española de Il secondo diario minimo, al explicar la conveniencia de suprimir alguna partes del libro).

Quizás los editores consideraron que mantener un título (dantesco) y subtítulo (baumaniano, por la referencia a la «sociedad líquida»), reconocible únicamente por un público «especializado», no sería rentable en términos financieros. Por ese motivo, los habrían substituido por unos más atractivos e inteligibles, extirpando toda referencia dantesca y baumaniana; y con ellas, corrió igual suerte la introducción.

Este último libro conserva todas aquellas cualidades representativas del mejor Eco que se mantuvieron vigentes hasta el final de sus días: mordacidad, ironía, agudeza, ingenio, provocación y lucidez. Como tal vez diría Francisco de Quevedo si aún estuviese entre nosotros: retirados en nuestros aposentos, seguiremos en conversación con el difunto Eco, escuchándolo con los ojos, por intermedio de sus doctos libros juntos[8].

La primera publicación de Eco en La bustina di Minerva (1985). Fuente: espresso.reppublica.it

Ficha técnica:

Título original: Pape Satàn Aleppe. Cronache di una società liquida.

Autor: Umberto Eco

Idioma original: italiano

Traducción: Helena Lozano Miralles y Maria Pons Irazazábal

Editorial: Lumen

Valoración: 16.5 de 20

Referencias bibliográficas:

Alighieri, Dante, 2000: A divina comédia. Inferno. Sao Paulo: Editora 34.

Bauman, Zygmunt, 2004: Modernidad líquida. 3ª reimpr. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

De Quevedo, Francisco, 2009: Selected poetry of Francisco de Quevedo. Chicago: The University of Chicago Press.

Eco, Umberto, 2016: Pape Satàn Aleppe. Cronache di una società liquida. Versión Kindle. Milán: La nave di Teseo.

_____, 2016a: De la estupidez a la locura. Crónicas para el futuro que nos espera. Barcelona: Lumen.

Rossetti, Gabriele, 1826: La Divina Commedia di Dante Alighieri con comento analitico di Gabriele Rossetti in sei volumi. Vol. I. Londres: John Murray, Albemarle Street.


[1] Este libro también incluye conferencias.

[2] (Eco, 2016a, p. 10).

[3] (Bauman, 2004, pp. 7-27)

[4] (Eco, 2016a, pp. 54-55).

[5] Los primeros tercetos del Canto VII de la Divina Comedia dicen así: «Pape Satàn, pape Satàn aleppe!, / cominciò Pluto con la voce chioccia; / e quel savio gentil, che tutto seppe, / disse per confortarmi: Non ti noccia / la tua paura; ché, poder ch’elli abbia, / non ci torrà lo scender questa roccia». / Poi si rivolse a quella ’nfiata labbia, / e disse: “Tacci, maladetto lupo! / consuma dentro te con la tua rabbia» (Alighieri, 2000, p. 61).

[6] Gabriele Rossetti (1826) da cuenta de la gran indeterminación del significado de este verso. En ese sentido, menciona que algunos intérpretes le asignan el siguiente sentido: «acorra nel suo fulgido aspetto Satanno, si mostri in tutta la pompa di sua luce la maestà del Principe Sattano» (p. 189), otros como el Abad Venturi y un sector de los hebraicos proponen uno distinto: «Qui qui Satan, qui qui Satan primeggia» (p. 215). Sin embargo, a juicio de Rossetti, este verso significaría: «Al Papa Satanno, al Papa Satanno Principe questo impero è sacro» (p. 379).

[7] (Cfr. Eco, 2016, pos. 10).

[8] El bellísimo soneto Desde la Torre, de Francisco de Quevedo, comienza así: «Retirado en la paz de estos desiertos, / con pocos, pero doctos, libros juntos, / vivo en conversación con los difuntos / y escucho con mis ojos a los muertos. / Si no siempre entendidos, siempre abiertos, / o enmiendan, o fecundan mis asuntos; / y en músicos callados contrapuntos / al sueño de la vida hablan despiertos / […]» (De Quevedo, 2009, p. 56).

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