
En esta entrega la preocupación de Roberto Gargarella es la conexión entre el Derecho Penal y la democracia deliberativa y republicanismo político. A raíz de esta conexión, busca que repensemos muchos temas que se consideran asentados. Entre sus propuestas está que el Derecho Penal sea creado, interpretado y aplicado no desde una élite (que casi siempre se beneficia con estas medidas), sino a partir de una mayor participación ciudadana (para ello es vital la inclusión ciudadana y discusión o deliberación) con el fin de obtener resultados más legítimos; propone el castigo como medida de última ratio y optar por otras soluciones menos gravosas y más consensuadas, apelando a la diversidad del reproche estatal (Gargarella dirá que las prácticas del sistema penitenciario colindan con la tortura); plantea la no criminalización de la legítima protesta ciudadana; etc.
Al margen de que en lo personal no comulgue con todas sus ideas (como por ejemplo, la instauración del jurado por razones si bien no relacionadas a la democracia deliberativa, sino con el derecho probatorio), la preocupación de Gargarella es más que interesante y merece ser discutida a profundidad en la academia.

El capítulo que disfruté más, y que conecta con el Derecho y cine, es «La construcción social del monstruo y la teoría del castigo a partir de tres películas». Aquí se nos invita, por intermedio de la internalización del «contexto» personal de quien delinque, a dejar de lado nuestros prejuicios al momento de juzgar al delincuente. Muchos de ellos tienen serios dramas personales y la ineficiencia en la prestación de servicios estatales no hace más que contribuir a ello. Por estas razones, la severidad de nuestro juicio disminuiría si conociéramos la historia personal del delincuente.
Como dice Gargarella «las cosas tienden a cambiar inmediatamente cada vez que se nos permite conocer más; cada vez que podemos ir más allá de la cobertura brutal de los medios de comunicación –interesados, simplemente, en ganar en audiencia o en ventas (objetivos normalmente legítimos, pero reñidos con las exigencias de la justicia penal y social)–. Cuando podemos hacer un análisis detenido, pausado, contextuado, de los hechos, tendemos a mirar mejor lo ocurrido, tendemos a pensar mejor» (Gargarella, 2016, p. 250).
Recomiendo este libro no sólo a abogados penalistas, sino también a todo aquel interesado en temas de sociología, política o filosofía. En suma, a humanistas.
Referencias bibliográficas:
Gargarella, Roberto, 2016: Castigar al prójimo. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores.