[Reseña] Algún día te mostraré el desierto, de Renato Cisneros

Algun día te mostraré el desierto (foto)

Con el paso de los años, Renato Cisneros ha ido evolucionando –y consolidándose– en su narrativa, optando por entregas de corte más intimista, personal y urgente. Prueba de ello es la novela de autoficción La distancia que nos separa (2015), que constituye un punto de inflexión con relación a su producción anterior: Nunca confíes en mí (2010) y Raro (2012); un remezón telúrico que le provocó serios conflictos familiares pero que, a su vez, le permitió sanar por dentro y reconciliarse con su pasado a través de un mejor conocimiento del padre, a pesar de su muerte. Es decir, procuró entender sus acciones en retrospectiva, darles sentido, «hacer hablar a esos frágiles testigos»(1) que son las cartas, fotografías de antaño, testimonios. En suma, reconstruyó con estas voces, un pasado, por ratos, inescrutable y huidizo.

Algún día te mostraré el desierto (Alfaguara, 2019) es un diario que tiene como centro a la paternidad. Desde el enamoramiento entre Renato y Natalia, la noticia del embarazo, la primera ecografía, el problema de la elección del nombre, el poder “transformador” de la paternidad, el miedo a fallar, el nacimiento y los primeros años de Julieta, su hija. Pero también aborda el egoísmo que supondría posponer las prioridades personales, el conflicto constante con el padre, la brevedad de la vida, las dudas recurrentes que definen al autor, la crisis familiar, entre otros. Es un libro de preguntas más que respuestas, y con una carga reflexiva en su justa medida.

Un momento muy divertido sucede cuando Natalia y Renato van a comprar accesorios para la futura bebé. Aquí el fragmento:

Luego la mujer se refirió a una indecible cantidad de «accesorios» disponibles: desde sistemas de amortiguación y ruedas de doble tracción para superficies irregulares hasta un protector contra insectos, pasando por la burbuja de lluvia, el bolso organizador, el patinete acoplado, los ganchos, los portavasos, las bandejas y la sombrilla. «Aquí solo faltan la parrilla y el minibar», murmuré, con el fastidio adelantado de saber que quien se ocuparía de trasladar todo aquello durante un viaje o paseo sería yo. El tiro de gracia llegó cuando la dependienta nos hizo un estimado de cuánto costaría ese arsenal de caprichos. Al oír la cifra expectoré una risotada que mi esposa inmediatamente desaprobó. «Llevamos todo», ordenó ella, contradiciéndome. Mientras caminaba a la caja registradora, me juré a mí mismo que mi hija usaría ese coche hasta terminar la universidad.

Algo parecido sucedió la mañana en que fuimos a Ikea para comprar los enseres de la habitación de la nueva integrante de la familia. Mis cálculos económicos habían pensado cubrir el mobiliario básico: la cuna y una repisa simple de dos divisiones para colocar la ropa. ¿Qué más puede necesitar un bebé?, pensé, ingenuo. Así se lo comuniqué a Natalia, que ante mi franqueza no supo si reír o darme de carterazos. Lo que sí supo fue aclararme que, además de la cuna, adquiriríamos, «para empezar», un cambiador, un moisés, un armario, una bañera, una cómoda, una mecedora, una hamaca y un pack and play. No quise indagar más por temor a que dijera «¡y otra casa, que la nuestra ya quedó chica!». Más tarde se pronunciaría acerca de la decoración, las cortinas, el colchón, el refrigerador de biberones y el contenedor de ropa sucia. «Creo que mis cómics tendrán que esperar hasta Navidad», me resigné en voz baja.(2)

Renato Cisneros e hija
Renato Cisneros, autor de Algún día te mostraré el desierto. Fuente: elcomercio.pe

En un punto de la obra, Cisneros menciona algo que se podría denominar como el «embarazo cerebral del hombre» cuando afirma que «Natalia la lleva en el vientre, pero yo la llevo en el cerebro»(3). Esto que podría ser a lo mucho un momento ocurrente y conmovedor, esconde una verdad detrás, pues, el estado de gravidez en la mujer tiene como correlato en el hombre el aumento de la hormona prolactina que induce un comportamiento protector, a la vez que reduce los niveles de testosterona, relacionada con la agresividad y la libido(4). Aunque lo cierto es que tanto hombre y mujer sufren cambios hormonales a raíz del embarazo. A manera de ejemplo, en cuanto a la mujer, Gabriela Wiener narra en Nueve lunas acerca del «síndrome del nido», con su singular estilo:

El «síndrome del nido» me atacó al cumplir la semana treinta y uno de embarazo. Este cuadro pseudoclínico que afecta a las embarazadas en el tercer trimestre se manifiesta como un impulso insostenible de barrer, lavar, planchar y ordenar todo a nuestro paso, como en una fantasía machista. En un gesto que la reconcilia con la comunidad del reino animal, la preñada comienza a anidar, ya sea a causa de un déjà vu ribonucleico o al reflejo de salivación de Pavlov ante el papel mural de conejitos. La mayoría de las mujeres que han estado embarazadas dicen haberlo experimentado y se interpreta como una salida contra el reloj a la ansiedad preparto.(5)

Esto que sufre la escritora también se debe a la prolactina pues «induce a la preparación del nido. La casa debe estar limpia y la habitación del bebé pintada»(6). En este punto queda claro que, a nivel físico, el hombre sí experimenta las consecuencias del embarazo de la mujer, y su función no se limita a un papel reproductivo, como intuitivamente ha mencionado el autor de Dejarás la tierra.

Nueve lunas (foto)
Nueve lunas aborda el embarazo desde la perspectiva de la mujer.

En varios pasajes de la novela se le ve a Cisneros con sus apuntes para anotar cada acontecimiento pero en las situaciones más imprevistas (en una visita para una ecografía, el alumbramiento de Natalia). En su diario expulsa sus pensamientos y disimula, con una escritura ágil y veloz, el registro de sus impresiones. Se le advierte más escritor que nunca, fiel a su oficio y esto le genera no pocos problemas.

En cuanto al título de la obra, el «desierto» es un símbolo que significa la vida, la promesa de un lugar donde poder asentarse con firmeza, el terreno árido que también connota escasez. La anécdota se origina en un viaje a Marruecos. Cisneros, al hablar con Natalia, se pregunta si Julieta –quien aún no nace– percibirá el aire caliente del Sahara. Y a continuación, en un tono conmovedor, agrega: «Algún día, hija te traeré hasta aquí. Algún día te mostraré el desierto»(7).

Haciendo un paralelo, si La distancia que nos separa descifró el enigma del pasado del escritor; en Algún día te mostraré el desierto se plantea el futuro, el cual no habría sido posible sin haber escrito el primero. El autor lo dice en estos términos: «[s]é que si no hubiese escrito esa novela, mi hija hoy no estaría en camino. Necesitaba descifrar o procurar descifrar el enigma de mi padre antes de convertirme en padre»(8).

En una entrevista, el autor del poemario Ritual de los prójimos, mencionó que «[c]reo que en el fondo, de eso se trata escribir un libro, de tirar abajo tus certezas»(9). Tirar abajo las convicciones en cuanto a la paternidad, cuestionarlas, repensarlas. De ahí que coloque a la equivocación en su real contexto, como la verdadera esencia de la paternidad, que en cuanto actividad humana, nos desnuda como seres erráticos e imperfectos.

En lo personal, este diario ha sido de aprendizaje. Desde algo tan complejo como las dudas que asaltan la mente de Renato Cisneros –y que también hago mías– hasta las cosas más simples como descubrir la apabullante cantidad de accesorios para un bebé (curioseando supe, al fin, distinguir entre un moisés y una mecedora, por ejemplo). Y es que sin sobrinitos con los que comparta la rutina del día a día, me declaro un ignorante en estos menesteres.

El escritor tiene, en todo momento, más dudas que certezas. Pero de algo está seguro: el amor incondicional hacia su hija.

Referencias bibliográficas:

CISNEROS, Renato, 2019: Algún día te mostraré el desierto. Lima: Alfaguara.

ESCRIBANO, Pedro, 2019: Renato Cisneros: “Creo que uno escribe un libro para tirar abajo sus certezas”. Larepublica.pe, 11 de julio. Recuperado de https://larepublica.pe/espectaculos/2019/07/11/creo-que-uno-escribe-un-libro-para-tirar-abajo-sus-certezas/ (Consulta 6 de octubre de 2019).

HUSTVEDT, Siri, 2019: La mujer que mira a los hombres que miran a las mujeres. Trad. Aurora Echevarría. Barcelona: Booket.

MAALOUF, Amin, 2010: Orígenes. Madrid: Alianza Editorial.

SWABB, Dick, 2018: Somos nuestro cerebro. Cómo pensamos, sufrimos y amamos. Trad. Marta Arguilé. 8ª ed. Barcelona: Plataforma Editorial.

WIENER, Gabriela, 2015: Nueve lunas. Lima: Seix Barral.


(1) (Maalouf, 2010, p. 25).

(2) (Cisneros, 2019, p. 80).

(3) (Cisneros, 2019, p. 155). Aunque culturalmente puede no distar mucho de la realidad. En ese sentido, Hustvedt (2019), al analizar las particularidades que presenta un embarazo real y la pseudociesis (el embarazo ‘psicológico’, en el que la gestante presenta síntomas de un embarazo real), menciona el siguiente caso: “Por otra parte, se han dado casos de embarazo psicológico en hombres y, en algunas culturas, el marido de una mujer embarazada comparte el embarazo en un ritual conocido como la couvade. En un pueblo en la provincia de Sepik de Nueva Guinea, al cónyuge de una mujer embarazada se le llama «el padre embarazado». Éste observa los tabúes alimentarios específicos para las mujeres, adopta un nombre femenino durante el periodo de gestación, se le abulta supuestamente el vientre a la par que el de ella, y durante el parto se azota a sí mismo con ortigas hasta que sangra para compartir su dolor. Se coloca en la posición acuclillada del parto mientras su hijo nace y se queda exhausto y postrado cuando acaba. La pseudociesis es un fenómeno patológico. La couvade, no. Es un ritual de imitación, empatía e identificación que prepara a un hombre para la paternidad, pero durante esa preparación algunos hombres desarrollan signos reales de embarazo. El teatro ritual y las metamorfosis corporales no pueden separarse fácilmente de la couvade” (p. 273).

(4) (Swaab, 2018, p. 53).

(5) (Wiener, 2015, p. 153).

(6) (Swaab, 2018, p. 44).

(7) (Cisneros, 2019, p. 83).

(8) (Cisneros, 2019, p. 30).

(9) (Escribano, 2019, parr. 9).

2 opiniones en “[Reseña] Algún día te mostraré el desierto, de Renato Cisneros”

  1. Interesante reseña, todo se resume en el Amor, y la experiencia de la paternidad, la cual conlleva responsabilidad y un sin fin de cambios desde el hogar hasta fisiológicos en el caso de la mujer, al leer el post sentí como si ya lo hubiese leído antes, es que no lo había leído con anterioridad, es la identidad en cuanto al hecho de ser padre y con seguridad es lo que quiso transmitir el autor; Hay quienes dicen que no existe un manual para ser padre yo considero que sí hay muchos me consta, pero la práctica y la naturaleza te forman, sobretodo en las madres el primer instante de la lactancia una misma puede ver y sentir que cada parte de su cuerpo funciona para ese preciso momento, Te das cuenta lo maravilloso que es tu cuerpo y todo lo que tuvo que pasar para que llegara ese ser que es también parte de tí y que estuvo dentro de tí (increíble).

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